Una década después de Lehman, el PIB español se ha recuperado, pero las heridas siguen abiertas.
Diez años después de la caída de Lehman Brothers, la faz de España ha cambiado. Las grúas ya no dominan el paisaje. La desigualdad y la precariedad han aumentado. Y lo que es peor: muchos ciudadanos han perdido la esperanza de mejorar sus condiciones de vida como se hacía antes. Como en la obra de John Steinbeck La perla, el ladrillo fue un regalo que terminó siendo una maldición. Pero ¿cómo se llegó a esta situación? ¿Por qué la burbuja no hizo saltar las alarmas?
En el pico de la burbuja, España consumía mucho más de lo que producía. Para financiarlo, solo en 2007 se tuvo que pedir prestado fuera unos 100.000 millones de euros. Y este endeudamiento sin precedentes podía hacerse porque había una garantía: el ladrillo. Bajo la creencia de que el precio de la vivienda siempre subiría, los españoles se endeudaron en masa con el extranjero.
«Mientras que en España los precios subían un 4% y los salarios un 3,5%, en Alemania lo hacían al 1% y el 0,5%, respectivamente. La ganancia en poder adquisitivo era la misma pero los alemanes ganaban competitividad”, explica Álvaro Nadal, ministro de Energía en el Gobierno de Mariano Rajoy.
Se pusieron todas las condiciones para la burbuja. “La crisis en España habría sucedido de todos modos. La mecha fue Lehman; pero el barril se fue llenando de pólvora todos los años” apunta Miguel Ángel García, entonces economista de Comisiones Obreras.
La burbuja era la gallina de los huevos de oro que nadie quería matar. Por eso, persiste el debate sobre si se podía parar la euforia. Descontada la inflación, los tipos reales eran negativos, esto es: endeudarse no tenía coste porque los intereses se pagaban con la inflación.
En medio de la incertidumbre, con la prima de riesgo rebasando los 500 puntos, se temía que la banca pudiese acabar arrastrando al Estado. El foco se fijó en Bankia. Había que recapitalizar entidades y, aislados de los mercados, el dinero tuvo que venir de Europa. El 9 de junio de 2012, el Gobierno pidió el rescate bancario. Y Bruselas prestó 41.333 millones.
Una década después de Lehman, el PIB español se ha recuperado, pero las heridas siguen abiertas. La dualidad del mercado laboral no se ha corregido, el fracaso escolar ha dejado a parte de una generación poco preparada, la desigualdad mejora muy lentamente y la crisis ha generado una concentración que socava la competencia.
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