En este momento, en el que el año 2016 ha acabado, nos sentimos obligados a hacer balance de la situación del mercado inmobiliario, que en los últimos meses ha estado marcado por aspectos coyunturales ajenos al propio sector, como la incertidumbre política que ha existido durante meses, la salida de Reino Unido de la Unión Europea (UE) o los bajos tipos de interés instaurados por los principales bancos centrales. A pesar de ello, estamos viviendo un cambio del sector realmente importante y probablemente uno de los mayores en años.

Hoy, las compañías que no sitúen al cliente en el centro de la toma de decisiones se verán en problemas y, muy probablemente, fuera del mercado. El comprador no sólo adquiere una vivienda o un activo, sino que también es un usuario/inversor bien informado que demanda una serie de servicios adicionales. En definitiva, se trata de una demanda cada vez más exigente e inteligente que busca el valor añadido de todas sus operaciones.

Poner el foco en la demanda para ofrecer un producto innovador, ajustado en precio y que contenga elementos diferenciales es la clave para la transformación de un sector tradicionalmente poco flexible como el de la construcción. Conocer las necesidades de nuestros clientes potenciales es la única forma de garantizar el éxito de las promociones.

Nosotros, los constructores y promotores, debemos saber interpretar las señales y anticiparnos a la nueva realidad cambiando nuestros procesos de producción y comercialización.

Es el momento de apostar y dar paso a la construcción 4.0, una evolución natural de nuestro sector.

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