Es inevitable sentir un déjà vu al ver los precios de la vivienda, pero no estamos en la misma situación que en 2007. Ya vivimos aquella experiencia, y aprendimos de la crisis inmobiliaria y de la recuperación. A comienzos de milenio existía una euforia colectiva que llevó a pensar que los precios de la vivienda jamás caerían. Ahora, tras un desplome de casi el 40% desde 2007 hasta 2014, sabemos que no es así.
Además, las variables del sector presentan un comportamiento diferente. Aunque las compraventas de viviendas se acercan a las 750.000 anuales, similar al 2007, y los precios crecen a tasas de dos dígitos, la producción de viviendas continúa lejos de lo que se vimos entonces: los visados de obra nueva no alcanzan 140.000 en doce meses frente a casi 900.000 en 2007. Si entonces hubo un exceso de oferta, hoy nos enfrentamos a una insuficiencia que dispara los precios. ¿Significa esto que es un buen momento para hipotecarse?
Abordaremos la cuestión mediante dos vertientes: el escenario financiero y la evolución de los precios de la vivienda. Durante casi una década, Europa convivió con tipos de interés negativos que penalizaban el ahorro. Hoy estamos en un punto más razonable, ligeramente por encima del 2% y sin perspectivas de recesión. Podemos anticipar un escenario de relativa estabilidad en los próximos trimestres, que favorece la actividad económica y permite que los ahorradores encuentren rentabilidad. Para la vivienda, la consecuencia inmediata es que el Euríbor a 12 meses podría estabilizarse cerca del 2,2%. Este es un cambio significativo respecto a la volatilidad reciente, y afecta a la decisión sobre qué modalidad de hipoteca elegir. La fija ofrece conocer la cuota a lo largo de todo el préstamo, pero hay hipotecas variables atractivas que tienen la ventaja de ser sensibles a la evolución de los precios y los salarios, los determinantes del Euribor. Las mixtas ofrecen una alternativa interesante.
FUENTE: https://www.eleconomista.es/




























