El caso del sector industrial, y en particular de las «actividades relacionadas con el metal, la automoción y la química», «demandan tal cantidad profesionales con estudios de FP que se roza el pleno empleo en muchos lugares de nuestro país», señala Randstad. En estas ramas, los perfiles más solicitados son los de operarios de producción, de mecanizado y de montaje y cableado eléctrico, así como profesionales de mantenimiento, electromecánicos, soldadores o torneros.
España es uno de los países europeos con mayor porcentaje de titulados universitarios. De hecho, el 47,4% de la población española de 25 a 34 años contaba el año pasado con estudios de nivel superior, muy por encima del 40,5% de la media europea, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE).
Con una tasa de paro superior al 37 % hasta junio, España ostenta el más que dudoso honor de liderar el desempleo juvenil en Europa. En este contexto, la palabra clave es empleabilidad, o, mejor dicho, su falta; esto es, el desacople entre la formación que reciben los españoles en las aulas universitarias y los perfiles laborales que de verdad demandan las empresas. Este desacople ha provocado que la educación universitaria esté perdiendo la carrera de la empleabilidad frente a la Formación Profesional.
La nueva Ley Orgánica de Ordenación e Integración de la Formación Profesional, que reemplaza a la ley orgánica de las Cualificaciones y de la Formación Profesional de 2002, prevé alcanzar un modelo de FP «más flexible y completo», que contará con nuevos niveles formativos, creará lazos con la universidad y apostará por una mayor conexión con las empresas.
FUENTE: https://www.fundacionlaboral.org/
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