El teletrabajo y el miedo a otro confinamiento impulsan la búsqueda de casas más grandes lejos de los centros urbanos o en áreas rurales.
El teléfono de algunos intermediarios inmobiliarios suena en estos días tan adversos con una petición: poner kilómetros de por medio para ganar metros cuadrados y calidad de vida. La idea de un confinamiento intermitente y, sobre todo, la implantación del teletrabajo en España que, en muchas empresas ha llegado para quedarse, han dado un empujón a la deslocalización residencial. Los urbanitas a la fuerza se rebelan. La crisis del coronavirus ha sido el último empujón que necesitaban estos propietarios para pensar en abandonar su piso en la gran ciudad y mudarse a un municipio más pequeño, o incluso a un pueblo, donde poder adquirir una vivienda mejor.
Además de espacio y jardín, lo que más importa a este perfil de cliente es el acceso a Internet. “La mayoría de municipios lo tienen y para las casas aisladas en el campo hay empresas que facilitan conexión vía satélite”, cuenta Antón. Su principal cliente es un profesional liberal de 40 a 45 años (abogados, publicitarios, pilotos…). Aunque también hay gente en situación precaria que busca casas rurales con licencia y en funcionamiento para explotarlas y comenzar una nueva vida.
FUENTE: https://elpais.com/
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