La industria de la construcción está sumándose a la transformación digital, siguiendo la tendencia de otros sectores. A pesar de que llega con retraso, las compañías, ya sean promotoras, constructoras, fabricantes de materiales o distribuidores, tienen que adaptarse a este cambio, que producirá un entorno competitivo más complejo pero, al mismo tiempo, más dinámico.
La revolución digital puede ser una gran oportunidad para mejorar la eficiencia en costes, la experiencia del cliente y la diferenciación respecto a los competidores, pero puede suponer una amenaza si no se lleva a cabo correctamente. El informe de Oliver Wyman «Digitalización en el sector de la construcción: la revolución en marcha», insta a las empresas del sector a aprovechar esta situación y a acelerar la adaptación a un mercado en evolución para evitar contratiempos futuros.
En esa estrategia de digitalización, el BIM (Building Information Modeling) ha de situarse en el centro y deberá conectar todos los elementos. En general, el BIM tiene aún gran potencial para impulsar mejoras (en costes, calidad, retrasos, seguridad) a lo largo de toda la cadena de valor de la construcción (diseño, construcción, operaciones, derrumbes) y, utilizado como eje central de un proyecto, puede conseguir ahorros del 15 al 20 por ciento.
La digitalización no solo tiene que ver con la tecnología, sino que influye en la organización, procesos y personas. En definitiva, supone un cambio completo de la cultura de la compañía y su comportamiento.
La ola de la digitalización ha cambiado la manera en la que los consumidores se relacionan con las empresas, gracias a la irrupción de nuevas plataformas que les ofrecen productos o servicios a medida.
Para hacer realidad la ‘vida conectada’ que desean, las construcciones tendrán que ofrecer opciones más personalizables, modulares, eficientes y conectadas. Además, la digitalización del sector también supondrá una gran oportunidad a la hora de reducir el impacto ambiental de los proyectos, ayudando al cumplimiento de los objetivos de emisiones en todo el mundo. En este sentido, según el estudio de Oliver Wyman, la eficiencia energética es el aspecto que se considera más importante (79%) en la fase de concepción de un nuevo proyecto, seguida de la conectividad al Internet de las Cosas (IoT) y la seguridad para el usuario.
FUENTE: https://www.inmodiario.com
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